
El recuerdo mas viejo que tengo es de un olor. Cuando me llevaban al
kinder el olor de los salones era como una mezcla de dulces y de
encerrado, algo que solo yo se como olia y que permanece en mi aún
después de veinte años. Después, me acuerdo de el olor de los cigarros
que fumaba mi papá, un recuerdo que por mas que intente lo sigo
evocando cada vez que alguien fuma raleigh, y que por mas que trate de
evadirlo irremediablemente me recuerda algo non grato.
Por el contrario, el día que en verdad amé lo supe cuando me descubrí
tratando de aspirar tu esencia, queriendo guardarla en lo más
profundo, para así, cuando llegara el día en que te fueras recrearte
por medio de ese olor y así no extrañarte tanto.
Es asi que mi gratitud contigo es grande, me enseñaste a oler, y
a través del olfato, me enseñaste a amar. Porque es ahora, después de
tanto tiempo, que descubro que los únicos recuerdos que resisten son
los que evocas por la naríz.
Y también me doy cuenta que una vez que has aprendido a oler, los
olores te persiguen y hay veces que no son tan agradables.
En donde trabajo en este momento hay una mezcla tan agri-dulce de
olor-recuerdo que a veces me confunde. Por ejemplo hay un señor en el
pasillo de atras de mi oficina que vende papaya, es un señor de esos
que se ven tristes y golpeados por la vida, entonces ahora cada vez
que huelo una papaya siento un golpe de la vida.
Una de las partes mas dificles es cuando paso por el contenedor de la
basura, el olor me devasta, pero no creas que es por los desperdicios,
es por que la mayoría de veces que paso por ahi encuentro a niñitos
pepenadores, entonces ahora, cada vez que huele a basura recuerdo a
esos niños y mi momento se oscurece.
Es ahí cuando me salvas,
te recreo a través de tu recuerdo, te recuerdo a través de tu olor,
entonces apareces y la oscuridad se desvanece.
El poder de los olores-recuerdo es grande, o te salvan o te condenan,
lo bueno es que tu olor es de los que me salvan.